La historia de los sapos ✨
🟡 La mañana
🌞 Todo empieza con un salto. Los sapos no nacen en silencio. Nacen entre arcilla polimérica revuelta, aros que se escapan y risas que no piden permiso. Son criaturas de la mañana, de esas que despiertan el taller antes que el café. Cada uno llega con una idea en la cabeza —aunque aún no tenga cabeza— y exige atención. “¡Yo quiero ojos grandes!” “¡Yo quiero patas cortas!” “¡Y yo quiero un sombrero con lunares!” Así comienza el caos encantado.
🟢 La tarde
🧵 La tarde es el momento de negociar. El sapo se acomoda —o lo intentaría, si tuviera trasero— y empieza el desfile de ideas. Verde bosque, verde menta, verde que no es verde pero lo parece. No hay productos, pero sí decisiones: ¿qué cara pondrá? ¿Qué forma tendrá? ¿Brillará o será discreto? Cada pendiente es una historia. Algunos nacen con música, otros con lluvia. Pero todos con una sonrisa, porque los sapos no permiten otra cosa. Hay quien se deja montar, y hay quien protesta. “¡Ese gancho me hace cosquillas!” “¡Ese color no combina con mi personalidad!” Pero al final, todos acaban encantados. Literalmente.
🌸 Momento favorito
Cuando el sapo está terminado, no se queda quieto. Se acomoda en la mesa, se mira en el espejo (si hay uno cerca), y parece que está tramando algo. Ese momento, justo antes de que encuentre su hogar, es pura magia. No es solo un muñeco. Es una criatura con historia, con carácter, con ganas de hacer travesuras. Y tú lo sabes. Él también.
🐸 Cierre
🌙 Los sapos no se despiden. Se lanzan. Van en cajas, en bolsas, en manos que los esperan. Pero nunca se van del todo. Se quedan en risas, en estanterías, en fotos que alguien sube sin querer. Y si uno llega a tu casa, prepárate: algo divertido está por comenzar.
